En Algún lugar

Camine durante horas sin un rumbo determinado, pensando; ¿Qué piensa una persona mientras camina? Y llegue a una conclusión; me había perdido. Vaya suerte la mía, justo cuando volví a concentrarme en mis pasos, dándome cuenta que no conocía nada de todo aquello que me rodeaba; llegue a un bar. El sol estaba a punto de caer y yo con ganas de un trago, en frente de “algún lugar”. Abrí sus puertas y me encontré con un ambiente tranquilo, solo podía ver la silueta de las cosas, cuarenta ojos observando cada paso que daba hasta llegar a la barra. Me senté, pedí un trago doble y saqué algo para escribir, en esas, se acerco un hombre:

-¿Por qué estas acá? Una voz monstruosa decía mostrando interés.

-Salí sin rumbo, en busca de un trago. –Respondí

-Nadie llega a “algún lugar” sin razón.

Todos demostraban cierto interés en mi origen, en mi historia; me ofrecieron un trago:
-Con el trago fluyen las palabras- Dijo sonriendo.

Sus rostros eran distintos, tenían algo de frialdad, no parecían humanos, aunque, muchos de esos rostros los había visto tiempo atrás. En fin, la expectativa en el aire se sentía, se palpaba, la intriga crecía dentro de mi; me bebía una copa e inmediatamente me servían otra, para mi que solo querían escuchar algo nuevo.

-Aquel que llegue a “algún lugar” es porque quiere olvidar, o quiere morir. –dijo el cantinero.

-Me han convencido- dije tomando una copa mas.

 Comencé hablando de su aspecto.

-Tenía el cabello corto, sus ojos eran color miel, su nariz era pequeña, sus labios de un color rosa pastel, su piel blanca. La forma en que se vestía era extravagante, esa extraña combinación de colores buscaba sobresalir entre la multitud y todo la hacia lucir perfecta.

Todos en silencio y yo solo continué.

-Recuerdo la primera vez que hablamos, no fue nada fuera de lo común, me contaba historias de su pasado, yo le contaba mis historias mientras poco a poco la madrugada se acercaba. A las cinco y treinta de la mañana se despidió, hablamos durante horas hasta que el primer rayo de luz solar ilumino la ciudad y aun así, quería saber más de ella.

Me sorprendía mucho ese lugar, parecía que escuchar extranjeros era un pasatiempo; todos los presentes atentamente escuchaban mis palabras, las copas que me servían parecían el pago de mi historia, era desconfiado en el momento pero siempre he pensado algo; Para cruzar el mar de la incertidumbre con la melancolía como capitán, lo mejor siempre es ser escuchado. Continué.

-A los pocos días accedió a tomar un café conmigo, -a las tres de la tarde- dijo, yo solo sonreí. Estaba nervioso, nunca he sabido comportarme ante las mujeres, me avergüenzo mucho y con ella el caso no era diferente. Llegue muy temprano, quería estar preparado así que camine por el lugar, buscaba establecimientos donde pensaba que estaría cómoda, detalles que fuesen de su gusto. Recordé que me dijo que le gustaba bailar, pocas veces he bailado en pareja, pero estaba dispuesto a correr el riesgo. En fin, la hora se cumplió y yo estaba esperando a un lado de una fuente en un lugar de la ciudad.

Me quede en silencio un momento mientras miraba el reloj en mi muñeca y me percaté que las manecillas iban al revés.

-El tiempo no existe- dijo un hombre con sombrero en una de las mesas –Por eso pocos llegan hasta acá,

-“Aquel que llegue a “algún lugar” es porque quiere olvidar, o quiere morir” –Respondí

-Exacto, continua- dijo una voz femenina caminando hacia la barra.

Mi corazón comenzó a latir mas rápido, mis manos estaban sudorosas, tenía un nudo en la garganta que no me dejaba pronunciar sin tartamudear; reconocía su voz, su silueta, el sonido de sus pasos. Pidió un trago doble y se sentó dando la espalda al cantinero.

-Deje la botella- le dijo

Encendió un cigarro, inhalo dos bocanadas de humo y me ofreció.

-Verla llegar fue un colapso mental- dije mientras recibía el cigarrillo, mirándola fijamente -La imponencia con la que caminaba, su forma de vestir; por donde ella iba todos volteaban a mirar. Se acercó, me abrazo, sonrió y dijo…

-Perdón por hacerte esperar…-dijo la chica tomándose un sorbo mientras sonreía.

-Aunque, dos minutos después de la hora habían pasado.- dije.

Las palabras comenzaron a salir en una misma dirección, como intentando mostrar quien era esa mujer ante mis ojos. Pocos lo notaron, pero todos estaban igual de impacientes.

Al contar sobre nuestro primer beso, todos brindaron, ella sonrió y yo encendí otro cigarro.

-El final de un largo día, las horas se habían ido en un abrir y cerrar de ojos. Estábamos bajo la luna, cientos de personas caminaban a nuestro alrededor en direcciones diferentes, distracciones habían por montones, pero, ella me miraba a los ojos. Sonreía mucho, al igual que yo, no podía creer que tan bello día podía repetirse, pero parecía que era el comienzo de algo grandioso. Su compañía hacia que la inseguridad en mi desapareciera, se reía de mis chistes, se preocupaba por mi salud, parecía que me conociera de mucho tiempo; No quería que se fuera pero esa noche se despidió.

Hable durante mucho tiempo, siempre fui escuchado, me bebía uno que otro trago, me fumaba uno que otro cigarrillo, pero a ella siempre la veía.

Continué.

-Mi corazón comenzó a latir mas rápido, estaba muy nervioso, en un parpadeo el tiempo dejo de avanzar, una melodía empezó a sonar en mi cabeza y el olor a lluvia refrescaba un poco el aire; todo hizo parte del escenario perfecto para, por primera vez, besarla…

Muchos de ellos suspiraron.

-Siempre fuiste muy elocuente al hablar- Dijo ella mientras levantaba su copa en señal de querer brindar conmigo el siguiente trago.

-Y tu siempre me dejaste sin palabras- respondí chocando las copas.

-Pero esa no es la razón de que estés acá- dijo el cantinero-¿Cuál es?

La expectativa broto de nuevo, las risas cesaron y yo respondí.

-Estoy acá porque mucho tiempo después, después de los besos, después de las citas, después de las charlas, después de ser felices; nos encontramos en la incertidumbre, en la duda. Es nostálgico llegar a preguntar si todavía hay amor, si se puede seguir luchando… lastimosamente la vi marchar, entre el humo espeso de la marihuana, un tema de Armstrong y una que otra lagrima, sin mirar atrás.

Todos se asombraron.

-Yo solo sigo esperando que vuelva.- dije.

-Era exactamente lo que quería escuchar- dijo la chica mientras se levantaba de la barra y caminaba hacia las puertas de este curioso bar llamado “Algún lugar”.

-Oye, ¿No pagas la cuenta?
-Tranquilo, ella viene conmigo- dije sacando mi billetera.

Me sorprendí mucho cuando uno de ellos me preguntó:

-¿Es ella?

-Si, es ella.

-¿Y que hacía acá?-preguntó de nuevo

-Al parecer está igual que yo, deambulando a mar abierto, buscando respuestas o solo quería salir a caminar.

Cuando me estaba despidiendo uno de ellos me pregunto que si no tenía otra historia para contarles, que querían saber mas de mi.

-Otro día será, tal vez no muy lejano, hoy ella me espera en casa y no quiero llegar tarde.- respondí saliendo de ese lugar.

Un beso en paris.

Hay canciones que cuentan historias, me encanta de tus labios escucharlas. Hay canciones que tienen historia, pues, tus besos eran protagonistas en las charlas. Hay noches que no piensas en nada, nada sobresale en tu pensar; aparece una canción, comienzas a tararear y sin darte cuenta, el tiempo comienza a volar.

Siempre he pensado que lo mejor de movilizarse en bicicleta, es el camino. Cada trayecto es una historia que contar, siempre hay algo que deja huella en el día; una canción hizo que sintiera la tranquilidad de estar a tu lado. Mientras pedaleaba, a lo lejos escuche una melodía que tuve suerte de encontrar el mismo día que te conocí, aunque en ese momento solo era una bonita canción. Coincidencia fue tiempo después, la letra resumía lo que pasaba poco a poco; te convertiste en historia y ya tenía narrador.

El cielo despejado, la luna acomodada hacia el norte de la ciudad , entre las montañas; las calles despejadas y la hora perfecta para perder la noción. Esta noche pensé en ti, y me di cuenta de algo; para un poeta eres mi musa, para un paisajista eres mi lienzo, para un bailarín eres mi música, para mi… tu eres un beso en París.




La rosa.

Pensando en ella encontré, a mitad de la calle, esta rosa. Coincidencia pudo ser. cuando la recogí, me llego un mensaje, esperaba con ansías que su nombre apareciera en mi pantalla; pero no, no tengo tanta suerte.

La llevé conmigo ese día, todo el día y ni un pétalo se cayó. Recibí un mensaje suyo, me tomo por sorpresa ya que era una fotografía, con sus clásicas muecas que me hacen suspirar. Los pétalos de la rosa empezaron a caer y pense: «todo el día fue agotador, pero me mantuve fuerte; para darme cuenta que su sonrisa es mi debilidad.»

La misma rosa espero ser dedicada a la luna, para desglosarse entre sus pétalos y la poesía.

Catarsis

Despierto, es un día muy normal, hay algo extraño en el ambiente que no logro evitar. Un suspiro se me escapa rumbo hacia una ventana, por donde entra el sol que alumbra la mañana. Espero un momento para comenzar a fluir; me levanto para estar listo y en cinco ya estoy a punto de de salir. Una ráfaga de viento pasa dando dirección, a penas abrí la puerta sentí gran confusion. Lo que creí destino resultó otra dimensión, me tomo un café mientras pierdo la razón, me atrapa en sus redes, veo humo entre mis manos de un cigarrillo que apunta que ya han pasado los años.

Los sueños ya cambian de perspectiva; lo que eran pesadillas ahora son epifanía, me muestra futuros de los que tanto huía, esperado que la muerte me invitara una poesía. Comienza la catarsis, necesito un elixir, no podría a ella exigir que me quiera ver sufrir, incluso verla intentar entender me hizo saber… Que la consecuencia más grande era no verla florecer. Pero aun así el error estuvo en que me beso, el tacto de sus labios mi alma estremeció, aquella noción del tiempo poco a poco se esfumó… Mi catarsis fue el placer, éxtasis de un sin sabor.

Me enamore de un atardecer rojizo, le entregue mi alma a la luna en sacrificio, le escribí, como si fuera un vicio, arrullando mis con poemas de sus versos. Alargando la calma que podía llegar con sus manos en mi piel tocando mi palpitar, quien diría que la noche misma la iba a a delatar, pues, entre niebla y yerba yo la iba a a ver marchar.

Me acostumbre a la idea de que ella ya no estaba, la odiaba por dentro y a soledad me acompañaba; no podia olvidarle y por eso ya más fumaba, entre risas me quebraba pero nadie lo notaba. Entonces entendí que no habría mano amiga, pasaron los meses y no encontraba la salida, obligado a renacer solo entre las cenizas de un pasado que relata letras sobre esta tinta . Murmura entre risas que siempre hay días mejores, situaciones cotidianas, mirando alrededores. Pero la musa del poeta siempre va a ser ella misma; con un trago hago que la melancolía se desvista, vista desde otro ángulo ella no es causa triste, tristemente el subconsciente es el que insiste en plasmarle en los versos que un dia fuimos… Aunque ahora estoy mejor, sigo deseando estar contigo.

Mala memoria

“El tiempo pasa volando.” Curiosa expresión para decir que perdimos la noción del tiempo, en mi caso, es una excusa de mi memoria. ¿Que tan buena o mala memoria tengo para tener que mirar el reloj dos veces al preguntarme la hora?

Me cuestiono mucho el orden de mis recuerdos, realmente no creó que hayan pasado como esta en mi cabeza ¿Qué es lo que recuerdo y que es lo que imagino? ¿Porque olvidamos las cosas o que cosas hemos olvidado? Pretendo evitar el vaivén de imágenes aleatorias pasando repentinamente al cerrar los ojos, aunque, al volverlos a abrir no hay nada. Empiezo a creer que la mente humana esta hecha para jugar malas pasadas.

Dice nietzsche “la ventaja de la mala memoria es que se disfruta varias veces de las mismas cosas por primera vez.” cuando se lee en voz alta, puede sonar elocuente. ¿Yo puedo elegir que olvidar? Aquí ya cambian los papeles.

Dicen que la mala memoria es sinónimo de enfermedad, la causa de muchos malestares, traumas e incluso puede llegar a la demencia; pero las personas más felices, al igual que los idiotas… sufrimos mala memoria.

Fue difícil corregirlo, pero aun más difícil fue crearlo. Estuve al borde de la locura cuando me preguntaron por ella  caos hubo en mi mente en ese momento, ya que ni siquiera recordaba su rostro. ¿Como puede ser que un rostro que veía todos los días al despertar, se haya desvanecido con el tiempo? Me gustaría poder recordar sus ojos claros o su nariz perfilada, me encantaría recordar sus labios o lo delgada que era, sus dientes alineados o su cabello corto. Sus largas piernas o sus pequeños senos; me gustaría recordar que bostezaba 3 veces al despertarse por culpa de una alarma y entre cada bostezo se entrelazaban más a mi, para no dejar que me levantara. Me gustaría recordar como se veía caminando semidesnuda hacia la cocina “por algo de beber” y empezaba a hacer el desayuno.

Si era una fecha especial desayunábamos con vino. Ese dulce sabor que quedaba impregnado en sus labios hacia todos los días especiales. Me gustaría recordar que su desayuno favorito era emparedado de jamón y queso, con ensalada de aguacate y un vino tinto; para acompañar. Me gustaría recordar cuando se asomaba al espejo y decía “que fea estas” yo me le acercaba, la miraba con lujuria diciendo “que guapa estas” y me iba. Solo un cumplido hacia falta para verla sonreír. Me gustaría recordar que para hacer oficio colocaba de fondo Michael Jackson y justo antes de terminar colocaba only you pero la versión de Elvis Presley, en fin; comenzaba con sus canciones favoritas y terminaba con las mías. Le gustaba tener las uñas largas, y varias veces me hirió sin quererlo as; yo solo disfrutaba el tiempo con ella.

Me gustaría recordar si fueron 11482 besos o 4912 abrazos. Si fueron 15 las veces que nos embriagamos. 3 veces que nos metimos en problemas 2 de ellas con la policía o la primera vez que fumamos marihuana. Me gustaría recordar La forma en que se vestía, casi siempre muy colorida. Casi siempre muy feliz. Maldito sea el día en que la memoria me empezó a fallar. Pero la memoria juega en contra…

“El mundo es una odiosa colección de recuerdos que claman que ella estuvo y yo la deje ir.”

Yo no puedo elegir que recordar, y ahora me gustaría olvidar el día en que se marchó. Y no hubo una despedida. Me gustaría olvidar esa llamada a las 3 de la mañana que me decía que no iba a verla de nuevo, que sus labios ya no estarían para mí, que sus manos ya no harían trazos en mi cuerpo, que sus piernas ya no serían mi mejor almohada. Me gustaría olvidar que llegando a su casa vi a su madre llorando; una mujer que siempre estaba alegre, y trataba de compartir su alegría con el mundo… destrozada en frente de mis ojos. Su padre, un profesor de física, con el conocimiento amplio en la gama terrenal. Desconcertado tomándome en sus brazos, pidiendo perdón. Me gustaría olvidar si fueron 162 cigarrillos en esas 19 horas, 19litros de alcohol, y 900 lágrimas. Me gustaría olvidar ese día… El día que me enseño a no tener miedo de caminar solo en este mundo.

-Juan David Candelario

Metafóricamente hablando.

Entiendo la vida con un toque hipérbole, parábola de amor causada entre la fluidez de un río de incertidumbre transformado, ahogándose entre lágrimas; recordando el pasado. Pisando la ceniza de un cigarrillo maltratado, dibujando el camino de un vicio premeditado. No encuentro la salida aunque no estoy encerrado, estoy a ciegas en un cuarto metafóricamente hablando.

Me siento confundido entre el futuro y el olvido, me pierdo en los pensares que agobian mis escritos, fantasías escasas, unas copas de vino; me convierten en mi propio enemigo. Trato de defenderme pero no hay otra opción, mi mayor debilidad siempre será el corazón, mi alma divagando y la batalla es conmigo y aunque ya perdi la guerra, no demuestro estar vencido. Disperso en el universo que hay en un suspiro, entre el cielo y el infierno yo me quedaría conmigo; lijo un sendero y no comprendo porque vivo contaminando el aire que yo mismo respiro. Me asfixian las promesas y miradas que he perdido, incontables son los pasos que he repetido y no porque no aprenda, es porque eso es lo que escribo; metafóricamente hablando yo ya no quiero estar vivo.

Mi mente me ataca con aquello que mas pesa, la vida es para sufrir pero con mucha paciencia, la calle mas normal esta llena de demencia, pero, no esta bien vista tu muestra de sapiencia. Complejos tengo muchos y no los puedo ocultar, virtudes no se si tenga pero el arte es mi expresar; he perdido muchas cosas por no saber actuar… no tengo nada que ofrecer en noches de tempestad.
Converso conmigo mismo, a veces me caigo mal, pero estoy de acuerdo en algo; lo mas bello es su mirar. Que sorpresa fue encontrar entre el desierto un manantial, agradable compañía… alivio inmaterial.

Y me pregunto porque ha llegado de repente, mis inseguridades flotan cuando esta en frente, la siento inalcanzable cuando esta detrás del lente, porque ella ha llegado cuando me fui para siempre. No puedo volver, no se donde estoy, divagando entre las nubes me escondo de la moral, me martirio eternamente, letras hay en el umbral; pero su silueta muda me mostró lo que ahora soy. La batalla es constante, guardo mas de lo que doy, me siento a observar un espacio teatral; no la quiero lastimar de manera accidental así que por esa misma razón es que ahora me voy.

Bajo la luna.

Ayer la vi tan hermosa como siempre, caminaba a mi lado y sonreía brevemente. El cielo despejado, mi alma elocuente y mientras me besaba la luna estaba allí presente como única testigo de lo que estaba pasando, en su menguante cuarto por la ventana observando; como esa sinfonía se iba sincronizando, advirtiéndome que yo solo estaba soñando. Me obligué a despertar, no me quería torturar, era un sueño recurrente que me podía agobiar. El cuarto estaba oscuro y no sabía que pensar, tres horas de un nuevo día y yo ya quería fumar.

Encendí un cigarrillo quemando la amargura, vi pasar por mi ventana recuerdos en luz de luna; un suspiro se escapo, hundiéndose en la laguna de la tinta que me brota cuando sufro de escritura. La melancolía amiga casi siempre es muy cruda, y no se si es mi culpa o de los versos de Neruda; pero fuiste tu mi musa cintando desde tus labios… «Era mi destino amarte y decirte adiós»

Pero fue muy real, realmente te sentí; te conviertes en mis versos sin siquiera estar aquí. La locura ya seduce cuando ve el sol salir, amanece y el café necesario para existir. Salgo a caminar y la veo en todos lados, no puedo concentrarme mis pasos están errados, voy en dirección contraria, tengo los ojos vendados; parece que mi alma tiene los brazos atados. La muerte esta presente en este mismo lugar, pero solo me sonríe no se cuando va a llegar, los cigarros se los brindo como si fuera mi amiga; aunque, solo soy coqueto para ver si se avecina.

Ya estoy bajo la luna y comienza otro cuento, me divido en fragmentos, voy y busco los pigmentos para convertir un lienzo en lo mucho que te pienso; aunque a veces me avergüenzo por solo el pasar del tiempo. Pese a eso sigo vivo, disfruto de ciertas cosas; aunque un poco de ti siga viendose en mis prosas. No quiero que vuelvas, no te necesito aqui… «Pero vaya que el mundo se ve mas muerto sin ti».

¿Quien soy? Metáfora vs Realidad

Cuando estaba en primaria conocí el significado de la palabra «metáfora» para mi, la palabra mas bonita que he aprendido. Al rededor de mis 7 años una maestra nos preguntó como trabajo para la casa -«¿Quien soy yo?»; en mi no había duda… -Soy una metáfora. Cuando estaba en primaria conocí el significado de la palabra «metáfora» para mi, la palabra mas bonita que he aprendido. Al rededor de mis 7 años una maestra nos preguntó como trabajo para la casa -«¿Quien soy yo?»; en mi no había duda… -Soy una metáfora.

«Hoy tengo 22 años y ya no se quien soy.»

Toda mi vida estuve aprendiendo de los demás, sus conocimientos para mi eran un artilugio, sus experiencias las escuchaba como batallas heroicas; ellos habían dejado huella en el mundo. La intriga por el exterior creció, mis ganas de vivir comenzaron a salir, al igual que yo a conocer la ciudad… a conocer el mundo. Para mi todo era algo nuevo, algo que no conocía, una experiencia mas para anotar. Tenía 16 años cuando me enamoré por primera vez; siempre había escuchado que el amor es la poesía que no se puede escribir, que una mujer era un libro en blanco pero no todo hombre es un buen lector; pero nunca lo había experimentado. Nunca la había visto, fue casualidad  el encontrarnos; siempre fui un chico seguro de mi mismo, elocuente y fluido con cada oración. No sabía que la silueta de una mujer me dejaría sin palabras.

«Escucharla hablar era un placer.»

El día que la conocí me pregunte de nuevo ¿quien soy yo? Quería saber que podía ofrecerle a una chica como ella; ante mis ojos era perfecta, una combinación entre mis libros preferidos y mis canciones favoritas, en un bello rostro adornado con una sonrisa. Escucharle hablar sobre su pasado era como una comedia romántica; de esas que se ven cuando la tristeza abunda. Ella era el libro que yo quería leer.

«Quiero invitarte a un café interminable.»

Fui cuidadoso al elegir la frase que me acompañaría al amanecer, ya que, tres meses después, los besos serían café y las palabras interminables. Se había convertido en una parte de mi, una caja de recuerdos que 1 año mas tarde volvería a abrir para preguntarme quien sería de ahí en adelante.

«El día que murió volví a ser metáfora.»

«Ahora quien soy yo si tu no estas, te llevaste lo que eras de mi y me haz dejado incompleto». Se sentía vació mi cuerpo, tenía un nudo en la garganta ahogándome como una soga. Me acompaña el humo dibujando entre ráfagas de viento, me acompaña la tinta desgarrando páginas en blanco, me acompaña una copa rebosada de melancolía; pero tu ya no estas.

«Dos años tuvieron que pasar para dejar de sentir frió en las noches.»

Me toco sanar solo, cada persona piensa diferente, así que, no podía pedir ayuda. Tenía 19 cuando me enamoré de nuevo, para ese momento ya entendía un poco mas la realidad, al igual, seguía viviendo como una metáfora. El sexo casual con el tiempo fue perdiendo su sentido, el trago volvía a su sabor amargo, la luna se convirtió en mi musa, el amor ya no era un poema. La melancolía se había convertido en mi amiga y saber quien era, era lo que menos me preocupaba.

«Nunca fui yo»

Hoy tengo 22 años y después de tantas cosas que he vivido entendí que nunca había sido yo; siempre fui cosmos, fui tristeza, fui alegría, fui amor, fui compañía, fui tinta, fui papel, fui aire, fui tierra, fui alcohol, fui fragmentos de la gente que me rodeaba… pero nunca fui yo. Hace 15 años me preguntaron quien era yo, pero, el resto de mi vida lo dude por mi cuenta.